Ir al contenido principal

INDECENCIA INTERRUMPIDA

Una y cuarto de la madrugada. Frío, niebla y yo todavía no desayuné… miro de reojo la carpeta de dibujo, la campera, las llaves y la puerta, es que aún no decido si ir a clases o no. Pienso que por ahí es un poco tarde para salir a comprar cigarrillos y cotonetes. Pienso que sería de mis obligaciones si hoy fuera ayer y yo no hubiese amanecido. Qué tan importante es lo que hago y dejo hacer?
Suspendida en el tiempo irreal, mirando líneas y puntos en la tercera pared de mi cuarto, la más vacía, la más fría y estúpida de todas las paredes. La TV encendida. Un montón de personas pequeñitas y ridículas adentro de una caja. No saben enseñarme, me hablan de cosas que no puedo entender. Control remoto. Control mental. Dibujos animados. Creo que ahora si hablamos el mismo idioma.

Me pregunto si afuera hace frío o calor. Tendría que encender la estufa o el ventilador? Objetivo exploración en la cornisa de la terraza y yo todavía en pijamas. Inmediatamente bajan los recuerdos carnales de mi mente y me atraviesan el cuerpo como dagas incandescentes. Duelen, pero estoy despierta... ¿Estoy despierta o estoy soñando que lo estoy? Es que todo es tan hermoso.
Desde acá veo ríos y nubes bajas, orquestas y bailes con cintas de organza. Parece mentira que haya tanta belleza desde tan poca altura. Intento caer pero mis manos ya no son mis manos, sino globos que me elevan a lo más alto. Desde esta altura ahora la vista es panorámica, siento que tanta belleza completa la forma de mis pupilas, la música, los aromas, los ríos, los cuerpos danzantes, las plumas, las sedas y las risas ahora se unen y son solo una sensación. Unasensación.

Siento frío y el sueño me vence. A lo lejos pero cada vez más cerca se escuchan campanas. Una y otra vez. Su insistencia sonora es espantosa. Alguien debería hacer algo para callarlas. Grito stop. Stoooop! Pero mi voz está tan cansada y el control remoto quedó adentro junto con las cosas que me paralizan. Pienso que no hay vuelta atrás. Mi viaje fue corto pero grato. Caigo a la superficie. Me dejo vencer.

La realidad me transforma en paciencia y dejo que el viento haga lo suyo. Luego viene el silencio. Luego la normalidad. La realidad es tan básica y necia que tiene urgencia de presencia y lo hace todo junto y a la vez. Y así de nuevo el paisaje es coherente y decente. El paisaje que más aturde, que más jode... que más duele.