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Mostrando las entradas de enero, 2023

MINIMALISMO

Al costado, casi al límite del colchón con el suelo, así duermo, y no es por no tener una cama suficientemente grande para dos cuerpos y que entran tres. Pero es mi forma de dormir. Ese pedacito, absurdamente incómodo –para muchos- a mí me alcanza.  Con los años creé una preciosa envoltura para mi cuerpo, y después de atornillarme los huesos, necesito menos y me amo un poco más. Aprendí a visibilizar a través de las diferentes ventanas el movimiento de la vida, me despojé de toda la ropa que llevaba en las valijas, mi humanidad solo continua con la vida sin una sola idea de hacia dónde va, pero con la certeza de quien quiere que la acompañe, no boicotearme y escuchar más seguido a mi voz interior, soltando y en continuidad. Una vida de levantarme en todas las horas de las madrugadas que no quise, a veces sintiendo que se paraba mi cuerpo y otras veces que mi alma se salía a vomitar de lo insoportable que le parecía la mente, ambas tuvieron que calmarse para volver a convivir. El dilem

HEDONISTA

  La corona de laureles de la victoria acaban de ponerse en las cabezas de los dioses que dirigen el tiempo, estoy ahí a la par tuya resplandeciendo, tomas mi mano con suavidad y fuerza me sigues sonriendo cuando todos los ojos están puestos encima de los dos, nadie puede detener la cara de un hombre enamorado. Agarro tu cuerpo con dureza, te beso mientras envío la cura a los días oscuros y dejo atrás aquella frustración de no tener un camino. No quiero volver a sentirme sin ninguna dirección, quiero despertarme en las mañanas con la luz del sol resplandeciendo entrando desde nuestra ventana, quiero sentir tu cara mirándome cerca, tus brazos acorralándome hacia tu cuerpo. No dependen mis días buenos de otro ser -eso lo tengo claro- pero, no puedo evitar sentir que por hoy lo único que necesito para poder sentirme viva es este hedonismo ambiguo que se mezcla con la empatía de nuestros cuerpos.