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MINIMALISMO

Al costado, casi al límite del colchón con el suelo, así duermo, y no es por no tener una cama suficientemente grande para dos cuerpos y que entran tres. Pero es mi forma de dormir. Ese pedacito, absurdamente incómodo –para muchos- a mí me alcanza. 
Con los años creé una preciosa envoltura para mi cuerpo, y después de atornillarme los huesos, necesito menos y me amo un poco más.
Aprendí a visibilizar a través de las diferentes ventanas el movimiento de la vida, me despojé de toda la ropa que llevaba en las valijas, mi humanidad solo continua con la vida sin una sola idea de hacia dónde va, pero con la certeza de quien quiere que la acompañe, no boicotearme y escuchar más seguido a mi voz interior, soltando y en continuidad.
Una vida de levantarme en todas las horas de las madrugadas que no quise, a veces sintiendo que se paraba mi cuerpo y otras veces que mi alma se salía a vomitar de lo insoportable que le parecía la mente, ambas tuvieron que calmarse para volver a convivir.
El dilema de creer que teniéndolo todo, tienes más y sin embargo no tienes nada. Y la respuesta que llega sola: necesitar lo necesario, beber de la botella, amar desnudos, pintar con las manos.

        m i n i m a l i s m o.