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A TRAVÉS DEL ESPEJO

A veces desearía poder saltar a través del espejo para dejar de sentirme amenazada por la imagen reflejada. Soltarme y caer en un espacio interior en dónde sólo quepa mi mente.
Tiempo atrás cuando me preguntaban “Y que te gustaría ser (cuando seas grande)?”, respondía: “Escritora”. Iba con mi cuaderno a todas partes, como una especie de arma defensiva activa para protegerme de las armas ofensivas. Hoy sin embargo, se escribe muy poco, o mejor dicho, se escribe nada.
Con los años uno entiende que la vida te enseña todo el tiempo, los errores se transforman en aciertos, se superan miedos pero también se adquieren otros, como una especie de mutación de sensaciones que pretenden determinar la personalidad. Tengo personalidad? La respuesta es: no me interesa.
Dentro del paquete de nuevos miedos adquiridos, reposa celosamente el que lean los textos que escribo y aquí la incertidumbre que me motivó a escribir nuevamente –en público- a los otros, me los guardo para mí –por ahora-. Ya que me propuse éste desafío y lo debo enfrentar. Volver de alguna manera, siempre es temprano para rendirse.
Como diría Kafka "A partir de cierto punto no hay retorno, ese es el punto que hay que alcanzar".
Sentir nuevamente que estos textos pueden tener algo, mucho, poco o nada de verdad. Cualquier similitud con la realidad, es pura coincidencia. O no.