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I NEED TORCER LAS VÍAS Y DESCARRILAR

Ok ya salgo! es que un alfajor se interpuso en mi camino y tengo que acabar con él sea como sea. Listo. En que estaba? Ah, si bueno como se darán cuenta sigo viva, lista para retomar mi pequeña y miserable vida: ya dejé eso de la experimentación cuando todos los días me hacía morder por todo tipo de animales e insectos para ver si me transmitían algún tipo de superpoder. Aún sigo trabajando en una oficina. A veces tengo frío.
Me propuse hacer algo interesante antes de cumplir 80 años ¿está bien?. Retomé mis clases de hipocresía la semana pasada, y ahora me animo a hacer más cosas, una cosa por aquí, una cosa por allá, ya pagué tal cosa, ya cobré tal otra, me duele el coso de acá, me duele aquel de allá, me quedé sin crédito, tengo un proyecto poco original nuevo y cosas así. Cosas.
Aparentemente los consejos de Dió no me ayudaron en nada, sigo alimentando mi cuerpo inhumanamente pero mañana empiezo el GYM (así lo leo y así lo escribo). Mi Sra. Madre insiste en que me haga una liposucción de cuerpo entero, yo opté por hacerlo de forma natural. Si, me va a llevar un tiempo. Me va a hinchar las pelotas. Y es bastante probable que lo abandone en la segunda semana. Pero la actitud está, está... está?
Ando rara, constipada de odio y creo que me estoy pareciendo cada día más a Luisa Kulioc o a Andrea del Boca. Si, ya se, ya se que últimamente no me encuentro ni yo misma, la gente ya no me reconoce por la calle, los niños de la cuadra ya no me arrojan cascotes como antes, Señorconejo después de su enfrentamiento con una paloma en la terraza está más agresivo que nunca, mi casa es el Patrimonio de la Humedad, no tengo con que, pero tengo millones de cosas para pagar y hace tres días me di cuenta que tengo un celular solo para escuchar música. Si, ya se, ya se que todo esto del amor, las salidas, el sexo, los celos, las peleas, las reconciliaciones, el sexo. Siento que todo lo demás ya no importa, me encierro entre paréntesis y no me importa más nada. –Perooo… pero eso está muy mal –me dijo Martita (la que atiende el teléfono de la rotisería)-. Y ahora me cuestiono todo el tiempo, adonde fue toda esa maldad? quiero llegar al fondo del asunto y esta vez va en serio: desde que dejé aquella maravillosa debilidad, ahora duermo, duermo en la silla, duermo en el baño, duermo en el bondi, duermo en la oficina, duermo, duermo, duermo. Sin embargo, de vez en cuando me despierto y tropiezo con la realidad, el sonido se comienza a distorsionar y de repente vuelvo a creer en Dió, o en algo parecido. Me da cierta seguridad. Empiezo a creer que estoy como en una especie de obra social de la muerte o en un calabozo lleno de adolescentes infectados de acné que quieren comerse mi piel. Pero reacciono a tiempo para darme cuenta que solo soy un pobre ser que cree cosas, que ve cosas, que busca, destruye, confunde, molesta y no se priva de nada. Nada. Solo eso.