Dos y cuarto de una madrugada cualquiera, el insomnio como sponsor oficial de nuevas ideas para un nuevo diseño en planta, me sirvo un malbec mientras boceteo y borro, y borro otra vez, las ideas solo son buenas en mi cabeza. Me detengo un momento, respiro, pienso en el tiempo que pierdo por preocuparme tanto en los detalles, como hace el resto de la humanidad para pensar sin dudar, para hacer sin borrar, para existir sin tambalear?… ¿estaré maldita? La respuesta llegó sola al observar que había agregado un mínimo detalle que resultaba ser el equilibrio justo entre la función y la estética, entendí por qué aun siendo mínimo era indispensable, entendí que todo es parte del todo. La vida es parte del universo, y nosotros mínimas partículas que funcionan como engranajes de un motor inagotable que siente y respira. Por tanto, pronosticar los errores por encima de los aciertos no es de pesimista, es parte del control de la función, es el respeto al otro, es parte de entender que cada a...
si no sabes adonde vas, cualquier camino sirve