Ir al contenido principal

SER Y ESTAR

 


El caos de estar despierta, convencida de que no, no nací para dormir.
Otro privilegio para pocos, menos para mí.
La diferencia inherente entre dormir y soñar, ser y estar. Intacta.
Soy de las que cuando puede, quiere y tiene es tan profundo que me teletransporto, me desintegro para siempre un rato.
Los sueños no se pueden diseñar pero ya me conocen –soy obsesiva- y me encontré en esa fiesta tan elitista, vistiendo nada con un antifaz, observándolo todo desde dos agujeros como perspectiva, oyendo mi respiración, oliendo la nada y bebiendo de mi copa medio vacía entre desconocidos que bailaban y reían mientras la cámara se movía muy lentamente.
Mis uñas tocaban el cristal al son de alguna tonada como esperando, con el presentimiento de que algo extraordinario iba a pasar. Poco a poco esa inquietud se fue transformando en nervios, prisa y calma, como si los latidos que por momentos me delataban, que por momentos me hacían dudar de si sigo viva, y toda esa alegría contenida pronto iban a tener sentido.
Entre tanto murmuro decido acercarme lo más próximo a la salida y fue entonces cuando una de las puertas que daba al jardín se abrió y entró él, radiante como el día y misterioso como la noche.
Quedé hipnotizada, perdí la noción del tiempo y no, no podía apartarle mis ojos. Me alejé lo que más pude, no quería que supiera que me elevaba con tan solo mirarlo, no me gusta exponer mis emociones precipitosamente, nadie es merecedor de tal privilegio. 
Tomo otra copa de la bandeja del maître y me sugiere otra copa para el caballero, no entendía a quien se refería, pues, yo recuerdo estar sola, es decir, es mi sueño yo sabría con quién estaría y entonces lo veo y en un momento dado, se detuvo y comenzó a caminar hacia donde yo estaba con una sonrisa. No pude moverme del lugar, no pude diseñar gráficos de escape para aparecer en otro lugar, no, no con tanta aceleración. Él se acercó a mí y sus labios me susurraron al oído una palabra, un nombre, el tuyo.
 
Y desperté a tu lado.