Ir al contenido principal

CASI CUARENTA


El tiempo no sabe de espera y su método sigue siendo el mismo, nueve cero seis de la mañana y de nuevo la misma pregunta ¿Cuándo fue que crecí hasta los casi cuarenta? ¿Cuándo fue que el sistema me mantuvo tan cerca? La anestesia debería ser de venta libre, me urge parar el tiempo, cerrar algunas ventanas para obligar a mi mente a olvidar hacer muchas cosas con tan poco tiempo. Sigo en la misma línea aunque un poco más rendida –o, adaptada- a estos tiempos poco favorables.

Casi cuarenta y aun discrepo del concepto de felicidad, pero ya no me incomoda. Sigo extrañando la soledad y por alguna extraña razón siempre estoy buscando de manera inconsciente esa anestesia barata. Las cosas que odié de mi infancia, ahora las extraño. Extraño no saber que tenía que encontrarle un sentido a la vida, pues, ya lo sabía todo. 

Casi cuarenta y odio el poder que tiene la rutina de engañarnos y hacernos creer que no necesitamos nada más, el poder que tiene de reprimir y esconder nuestros verdaderos deseos. 

Casi cuarenta y la imaginación termina siendo el único lugar en donde siempre se vuelve/vuelvo, a donde me permito volar todo lo alto que quiero, donde permanece intacto el deseo de la verdadera libertad.

Casi cuarenta y por momentos juego a existir, y si, suena horrible desde todas las perspectivas, ese limbo en el cual no mueres ni vives. Pero nunca me rindo del todo, a veces regreso a la Tierra y no hay retorno hasta comprenderlo (casi) todo. Hasta que los pensamientos viajen nuevamente por la mente, porque adoro esa parte de mí en la que aun estando rota no me detengo y sigo disfrutando de ser parte de la naturaleza. 

Casi cuarenta y estoy aprendiendo a reconstruirme completa hasta ser eterna, sé que faltan pedazos pero el espíritu sigue intacto, imaginando posibles mundos, bailando con la lluvia, saboreando aquel vino, sentir como exploto de amor cuando la veo crecer a Ella, escribir para mí, sentir a mi hombre conmigo, respirar el aire del océano, de las montañas o de alguna terraza, curarme, salvarme. Mantenerme activa. Mantenerme atenta.

(por otras cuatro décadas)