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EL ENEMIGO

No presiones a un enemigo desesperado. Un animal agotado seguirá luchando, pues esa es la ley de la naturaleza.” SUN TZU

Cuando era pequeña le temía a la oscuridad -bueno, quien no?- hasta que aprendí a convivir con los monstruos bajo mi cama; con el tiempo entendí que no vivían bajo mi cama, sino en mi cabeza y que al igual que a cualquier ser vivo, si uno no los alimenta, al poco tiempo se van o se mueren.

El problema es cuando mutan, aprenden a sobrevivir como un puto proceso de osmosis, alimentándose de instantes de miedo e inseguridad durante la luz del día, mientras uno vive, camina y ríe para la foto. Están ahí esperando la carroña, saben cómo hacerlo y créanme, no tienen piedad.

Y entonces es ahí cuando el enemigo, señoras y señores, ha ganado.

Hubo un tiempo que solía escribir bastante sobre el insomnio, pero hoy quise hacerle justicia, porque la culpa de todos los males no es el insomnio, el enemigo en cuestión, son los pensamientos.

Con casi cuarenta años admito que disfruto el silencio y la oscuridad. Me divierte todo lo que conlleve a la soledad y si, es el problema del mundo: el ruido y el exceso de focos que no dejan a la gente pensar y se convierten en muñecos de la misma estantería. Prefiero alejarme de la realidad y alucinar que soy una estratega militar, y mi deber es engañar al enemigo cuando el ocurrente insomnio llegue y así mis pensamientos ordenar, hacer que me crean o no me crean, y vencer.

Ni tus peores enemigos te pueden hacer tanto daño como tus propios pensamientos.

Ahora mientras escribo frente a la insoportable luz de la pantalla, voy descontando los minutos que quedan hasta que suene el despertador, mañana será un miércoles más, normal y aburrido, sé que una vez más no pude cambiar al mundo, pero al menos, ordené mis pensamientos. Les dije que era una estratega militar.  

Y por eso –como buen soldado- me mantendré en vigilia, porque mientras algunos están cerrando sus ojos, otros nos despertamos un poco más. A la misma hora, y en diferente lugar.